El movimiento de Ciudades en Transición, constituye un inspirador modelo para que los ciudadanos se comprometan con su entorno urbano, surgiendo en Kindale (Irlanda) que se está organizando en diferentes redes internacionales. Hasta el momento más de 30 ciudades y pueblos de Inglaterra han suscrito un plan de ciudad en transición, así como numerosas ciudades y pueblos de Irlanda, Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos de América, contando con un apoyo público oficial.
Ciudades en Transición es un movimiento que busca la adaptación de las ciudades ante dos de los mayores desafíos de nuestro tiempo: el cambio climático y el cénit o pico del petróleo; a través de un cambio de modelo productivo que lleve aparejado una transformación análoga del marco cultural y las relaciones sociales de convivencia, mediante el protagonismo de la ciudadanía activa, apoyada por instituciones responsables y conscientes, que ejercen un rol facilitador y una cobertura jurídico-legal imprescindible.
El movimiento se orienta a concertar acciones, en múltiples planos y diferentes ritmos, encaminadas a reducir notablemente la dependencia del petróleo que poseen hoy en día los metabolismos socioeconómicos de las ciudades. De este modo, al tiempo que la economía local gana en independencia frente a los vaivenes en los precios del petróleo (materia prima estratégica que ha entrado, desde principios de los 2000, en una nueva era de precios de enorme volatilidad debido a la proximidad de su pico de producción) se minimizan las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo desde lo local a la solución de uno de los desafíos globales más decisivos. El trabajo de una iniciativa de ciudad en transición incluye ámbitos como la agroecología urbana, el cambio en el modelo de transporte, la eficiencia energética y las energías renovables, el compostaje urbano o la reindustrialización local de signo ecológico. Pero también la economía social, el cooperativismo, el uso de monedas complementarias, o el fomento del comercio local, el trabajo pedagógico con todas las edades o la promoción de nuevos derechos, porque se parte de la base de que la crisis socioecológica no es un problema técnico, es un problema social: al tiempo que debemos cerrar nuestros ciclos energéticos y materiales para armonizarnos con un planeta finito, debemos reparar los vínculos sociales, tensados por un proceso de exclusión social y crecimiento de la desigualdad que la crisis socioecológica está contribuyendo a exacerbar.
Por todo ello, dar los primeros pasos para sumar a Móstoles a este movimiento internacional, es un acierto estratégico con dos consecuencias directas:
- Sentar las bases para transformaciones concretas, palpables en la vida cotidiana de la gente a medio plazo, que simultáneamente tengan un impacto ecológico positivo al tiempo que impulsan un nuevo modelo de vida buena, acorde a los requerimientos de un siglo tan exigente en materia de sostenibilidad como el XXI. Y además al alcance de todos los mostoleños y mostoleñas, combatiendo al tiempo la pobreza y la exclusión social.
- Colocar a Móstoles a la vanguardia del tipo de cambios en el modelo de ciudad que pronto tendrán que ser adoptados de modo generalizado, permitiendo focalizar la atención nacional e internacional al convertir a Móstoles en un experimento pionero de sostenibilidad urbana.
Nuestra ciudad cuenta con numerosos elementos y actores para avanzar en la línea propuesta, como, por ejemplo, el potencial académico de la Universidad Rey Juan Carlos I, la capacidad divulgativa del Centro de Arte 2 de Mayo, implicado desde sus inicios con proyectos transformadores del marco cultural y social de nuestra ciudad, o, no menos importante, colectivos ciudadanos que vienen trabajando en las redes nacionales e internacionales de Ciudades en Transición. Entre los instrumentos de que se ha dotado este Ayuntamiento para encarar los retos descritos en esta exposición de motivos destaca muy especialmente el recientemente suscrito Pacto de los Alcaldes, que nos compromete a superar el reto de reducir en un 20% nuestras emisiones de CO2 antes de 2020.
Por todo lo anterior, el Pleno del Ayuntamiento de Móstoles asume el siguiente acuerdo:
PRIMERO.- Adoptar un compromiso institucional firme con las entidades, grupos y colectivos sociales que están trabajando en Móstoles en esta línea.
SEGUNDO.- Materializar posteriormente este compromiso en una declaración pública oficial que incorpore a Móstoles a alguna de las redes emergentes que conforman el Movimiento internacional de Ciudades en Transición, al tiempo que se concreta en algún proyecto piloto. Este proyecto piloto con cobertura institucional, ampliable en función de resultados evaluables, se retroalimentará con otros proyectos que ya existen o que surjan desde la sociedad civil, tanto del tejido asociativo y los movimientos sociales como de la pequeña y mediana empresa mostoleña o desde el mundo académico, para ir conformando el paisaje de una nueva ciudad, que estará preparándose para vivir mejor, y de modo más justo, con un menor consumo energético.