El domingo 10 de abril los miembros del Grupo de Trabajo de Educación de Ganar Móstoles Alfonso Vinuesa e Isabel Cruceta asistieron a la inauguración de un ciclo de debates sobre Educación organizada por Podemos Educación. La primera charla del ciclo contó con la participación de Cecilia Sar, diputada en la Asamblea de Madrid, Asier Delgado de La Educación que nos une y y miembros de Juventud sin futuro y de la Marea Verde.
La primera etapa de este ciclo de conferencias y debates llevaba por título ¿Pacto por la Educación?. Los ponentes explicaron que los interrogantes del título significan que si hablamos de un pacto, debemos exigir que sea un pacto social y consensuado del que debe formar parte toda la comunidad educativa por extenso. De otro modo, la misma noción de pacto queda reducida a algo que no merece ni ese nombre.
Las ideas-fuerza presentadas por los ponentes y comentadas por los participantes fueron las siguientes:
La Escuela Pública tiene que ser democrática, tener un currículo abierto y responder a los intereses de todo el colectivo educativo por extenso. Ha de ser compensatoria con las desigualdades sociales y económicas, algo que se aleja de la realidad que padecemos en estos momentos y que es básicamente meritocrática.
La Escuela y la Educación ha de enseñarnos la Democracia. No solamente en el capítulo formativo, sino también en el de su funcionamiento orgánico. Debe, por tanto, enseñarnos a participar.
La Escuela y la Educación ha de ser gratuita y no lo es. Hay costes que tradicionalmente no se han computado, pero que suponen un desembolso sin el cual el alumno no puede estudiar: son los libros y demás material escolar.
La Escuela ha de ser plural y diversa. La Escuela Pública, como parte de los bienes públicos, ha de ser equitativa y solidaria.
Frente a esto, llevamos años asistiendo a un proceso de privatización de los bienes públicos educativos que no puede permitirse.
No puede consentirse el transvase de fondos públicos a centros educativos concertados-privados.
También es interesante destacar el creciente peso en los últimos años de la figura del Director de Centro, que acumula excesivamente una gran cuota de poder a costa de despojar de él a otros actores del sistema educativo.
Esta doble situación hace que haya no pocos centros que se comportan casi como empresas y cuya orientación se base en competir con centros inmediatos. Cabe preguntarse si esta una manera válida para trabajar en común o si este es el modelo democrático que deseamos implantar.
Los conceptos de libertad tienen que asociarse al de participación ciudadana y de todos los agentes educativos, no en la miseria de ofrecer a los padres la decisión del centro en e l que desean escolarizar a sus hijos e hijas.