Conciliar sí, pero conciliar la vida

en Feminismos

De Beatriz Mogrovejo, concejala del área de Igualdad de Ganar Móstoles.

 

En el pleno celebrado el día de ayer, el Grupo del Partido Popular, presentó una moción para crear un sello de reconocimiento a las empresas que aplicaran buenas prácticas en cuánto a políticas de conciliación laboral y familiar, y denominarla con dicho sello como “Empresa amiga de la familia”.

Desde nuestro grupo nos posicionamos en contra. Lo hicimos porque no compartimos varios aspectos en los que fundamentaban su moción ni creemos que se puedan establecer bases para algo tan serio, a pesar que el Grupo Popular insistía en que se trataba de algo simbólico, sin contar con sindicatos, sin contar con asociaciones o colectivos feministas, sin hacer un trabajo previo de reflexión y objetivos, etc. A pesar de estas razones, la realidad es que la cuestión de la conciliación es una cuestión mucho más profunda sobre la que no debemos frivolizar con premios y reconocimientos que seguramente no sean tan merecidos como aparentan ser.

Lo cierto es que nos regaló la oportunidad de reflexionar sobre el asunto y las trampas de la conciliación, un paraguas bajo el que se ha ido tejiendo, poco a poco, casi sin darnos cuenta, una gran telaraña de trabajos precarios, medias jornadas, jornales a horas o trabajos exclusivos en fines de semana, todos ellos ocupados principalmente  por mujeres.

Mientras que las organizaciones feministas celebran jornadas de “Economía Feminista”, mientras que se lleva a debate el aporte social y económico que las mujeres aportamos a la sociedad desde el ámbito doméstico, sin reconocimiento alguno y siendo uno de los pilares básicos para sustentar la vida, hay otra parte que sigue apelando a la buena voluntad de las empresas para combinar familia y trabajo.

El debate es apasionante: ¿Hablamos de conciliación o debemos hablar más de corresponsabilidad? ¿Qué valor tiene el cuidado? ¿Bastaría con ser remunerado? ¿Es la solución servicios públicos suficientes que sean garantes de dicho cuidado?¿Qué ocurriría si el trabajo del cuidado fuera reconocido y remunerado? ¿Sería una cuestión de hombres?.

Yayo Herrero, antropóloga, investigadora y reconocida activista del eco-feminismo, afirma que el problema viene por la división entre lo público y lo privado. “Mientras que la familia forme parte del ámbito privado, ésta se convierte así en la gran corporación del patriarcado.”


Yayo, como nosotras, defendemos, y así lo expusimos en nuestra argumentación en el pleno del Ayuntamiento, que es imprescindible desarrollar políticas de corresponsabilidad, que la conciliación sin la corresponsabilidad es un engaño. Es cierto que la conciliación ha favorecido que las mujeres se incorporen al mercado laboral, pero la labor del cuidado sigue siendo una carga para nosotras: sin reconocimiento, sin remuneración, como consecuencia de los recortes económicos, también sin apoyos, como consecuencia de la crisis, con salarios aún mas precarios, etc.

Por eso defendemos que todo nuestro empeño debe ir dirigido en potenciar la corresponsabilidad de las tareas, en la reorganización de los tiempos para todos y para todas, en entender que las tareas de los cuidados son tareas imprescindibles para que exista la vida.

Esa también fue una de las razones por las que el pasado 08 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, el colectivo de mujeres decidimos parar. Para demostrar qué ocurre si nosotras dejamos de trabajar, y cuando decimos trabajar, decimos trabajar fuera y dentro del hogar, en el espacio público y en el privado, porque nosotras somos protagonistas y sustentadores de ambos.

Es importante que quién lea este artículo sepa cuál fue la argumentación de la Concejala del Partido Popular para defender la moción que nos puso en la mesa. Primero no sabía si dirigirse a las concejalas que expusimos nuestros motivos en contra de su moción, cómo concejales o concejalas, lo cual muestra el desprecio por su propio género. El resto fue una exposición de realidad sobre la situación de la mujer en el mundo laboral y familiar, lo sufridas que somos, la mucha ayuda que necesitamos (también por parte de las empresas.. ayudas, que no derechos), y las acciones simbólicas que podemos hacer desde el Ayuntamiento para apoyar la conciliación. Un discurso con datos y realidades evidentes pero acompañada de soluciones de plástico.

A la concejala feminista, según sus propias palabras, del Partido Popular de Móstoles, se la olvidaba que es su partido el que ha elaborado un presupuesto con un 40% de recorte en materia de igualdad. Ha llegado la etapa de los sellos y las medidas simbólicas.
Que con nosotras no cuenten.