Y lo llamaron justicia
Gabriel Ortega La brecha abierta en nuestro País entre la dictadura de lo políticamente correcto y la sabiduría popular no sólo no se cierra, sino que se ensancha cada día. “La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa”, decía aquel filósofo barbudo de Tréveris llamado Karl Marx; algo que parece ratificarse con los titulares de prensa que desayunamos cada mañana. La repetición machacona de frases maniqueas del tipo “la justicia es igual para todos” ya no es que suenen vacías, es que suenan a cachondearse del personal, de las mayorías sociales que soportan sobre sus espaldas la carga de una crisis que han pagado, y de qué manera, pese a que no participaron de la fiesta de unas élites parasitarias que no conocen límite ni vergüenza. ¿Cómo calificar sino la sentencia sobre la Infanta y el señor Iñaki Urdangarín? Lo peor de todo es que a nadie le sorprende lo sucedido, nadie esperaba que, al menos por una vez, la llamada justicia hiciera honor a su nombre. Hace poco más de un año todos los medios de comunicación y algunos de los responsables políticos del partido más corrupto de Europa entonaban inquisitoriales indignaciones por una representación de…